¿Estamos hablando demasiado sobre la salud mental?
En los últimos años, la salud mental se ha convertido en un tema central en la infancia y la adolescencia. Los adolescentes cuentan sus diagnósticos y tratamientos psiquiátricos en TikTok e Instagram. Alarmados por el nivel cada vez mayor de angustia y autoagresión, los sistemas educativos están implementando asignaturas preventivas de autorregulación emocional y de mindfulness o conciencia plena.
Ahora, algunos investigadores advierten que estamos en peligro de excedernos en este tema. Sostienen que las campañas relacionadas con la concientización de la salud mental ayudan en el caso de algunos trastornos de identidad en los jóvenes que requieren tratamiento, pero también advierten que tienen un efecto negativo en otros y hacen que interpreten de manera exagerada sus síntomas y piensen que tienen más problemas de los que en realidad tienen.
Los investigadores señalan resultados inesperados en ensayos de intervenciones escolares de salud mental en el Reino Unido y Australia: los estudiantes que recibieron capacitación en los aspectos básicos de la conciencia plena, la terapia cognitivo conductual y la terapia dialéctica conductual no tuvieron mejor salud que sus compañeros que no participaron, de hecho, algunos empeoraron, al menos por un tiempo.
Además, algunas investigaciones nuevas procedentes de Estados Unidos demuestran que entre los jóvenes, el hecho de “autoetiquetarse” como depresivos o ansiosos está vinculado con habilidades deficientes para afrontar las cosas, como la evasión o la rumiación.
En un artículo publicado el año pasado, dos psicólogos investigadores de la Universidad de Oxford, Lucy Foulkes y Jack Andrews, acuñaron el término “inflación de la prevalencia” —debido a los reportes de síntomas leves o pasajeros de trastornos de salud mental— y plantearon que las campañas de concientización estaban contribuyendo a esa situación.